domingo, 15 de septiembre de 2019

Duelos


Proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida. Eso es lo que me parece que me pasa a ratos. No se me ha muerto nadie de mi círculo íntimo, aunque este último año me ha tocado ver fallecimientos de personas jóvenes cercanas, que siempre impresionan más. Pero desde hace unas semanas noto la ausencia de algunas personas en momentos y lugares donde hasta hace poco estaban presentes. Algunas de esas pérdidas son normales, fruto del avance de los procesos vitales, pero es muy duro cuando la ausencia es por efecto de una injusticia, como me está tocando en el trabajo, y más si está causada por la autoridad.
Ya habrá tiempo de explicar esto último más a fondo, ojalá pronto un tribunal corrija el atropello, y entonces será todo un placer contar con todo detalle lo ocurrido y quiénes han sido los culpables y sus miserias. De momento me ocurre que después de varios años de trabajo codo con codo con una excelente persona, competente y capaz, ahora no está en el día a día. Me resisto a asumir este dato como algo ya dado en mi nueva realidad, me parecería injusto con esa compañera, que además sufre la peor parte, en muchos sentidos.
Otros duelos tienen que ver con la maduración de los hijos, su proceso de progresiva independización. Después de tantos años de vida familiar, resulta extraño ver las habitaciones de los hijos despobladas, o porque ya han emprendido una vida independiente, o porque están completando estudios en otra ciudad. Trato entonces de ponerme en su lugar y recuerdo la sensación de libertad que sentí cuando me fui de casa de mis padres, así que trato de empatizar con ellos y poner el centro de mi mirada en lo positivo. Pienso también en personas mayores que tengo cerca y que llevan muchos años solas después de toda una vida de familia. Hago cuentas y me percato de que la etapa que dejo atrás no es tan larga como creía, no más de un cuarto de siglo, en una vida que por término medio abarca ya casi 9 décadas. Así que veo que me queda mucho tiempo por delante para vivir nuevas etapas, pues la última vivida hasta ahora se me ha acabado casi sin enterarme.
¡La vida!