sábado, 9 de noviembre de 2019

Un sindicato decente en un país decente

Al hilo del éxito de la huelga del sector de la enseñanza concertada de la Comunidad Autónoma del País Vasco, que hemos conocido esta madrugada pasada, he sentido la pulsión por escribir estas líneas, después de haberme visto embargado por sentimientos de alegría y emoción tan en contraste con la realidad que a menudo me toca vivir en esta Nafarroa, siempre tan complicada.
Me ha vuelto a la cabeza la idea del país decente, donde la precariedad, la subcontrata, el austericidio y los recortes en servicios básicos no tengan cabida. Y a la vez he sentido con intensidad, una vez más, que si el sindicato ELA no existiese en este país, habría que inventarlo: un sindicato decente para un país decente. No quiere decir que sea el único, pero doy fe de que este lo es, a pesar de sus defectos, que como toda obra humana, también tiene.
Aunque la victoria sindical de ayer no es la primera ni va a ser la última, tengo que reconocer que me ha tocado la fibra, pues en Nafarroa me responsabilizo en el sindicato de este sector, donde llevo toda mi vida trabajando. La indecendia de cambiar el artículo 135 de la Constitución y los subsiguientes recortes que se aplicaron a los servicios públicos, en forma de bajadas salariales y todo tipo de medidas adoptadas con el eufemismo más bien sarcástico de "racioanalización del gasto", además del PAI y la LOMCE en ciernes, me llevó a implicarme en la acción sindical, y cuando lo pienso a fondo, siempe veo que trato de trabajar por tener un país decente.
Es muy importante para perseverar, el ver que es posible avanzar, a pesar de las enormes dificultades de todo tipo, y que con el norte claro, una potente organización y gente convencida de todo eso, los resultados llegan. Lo experimenté personalmente cuando a los dos años de que el sindicato me liberara, cerramos aquel junio de 2015 donde la pulsión por el cambio en Nafarroa era tremenda, con unos resultados electorales históricos en la enseñanza concertada, donde por primera vez el sindicato de la Patronal, SEPNA-FSIE, perdía la mayoría absoluta, en parte por la subida espectacular de 15 a 27 delegadas/os de mi sindicato.
Cuatro años depués hemos mantenido 26 de aquellos delegados/as, pero SEPNA-FSIE ha recuperado la mayoría absoluta. En la CAPV dicho sindicato corporativo tenía mucha fuerza en la Transición, hasta que el empeño de quienes lideraban entonces política y sindicalmente el país, por hacerlo decente, trajo en los años 80 del siglo pasado un marco de relaciones laborales en coherencia con ese deseo, antes del giro neoliberal de los líderes políticos del país. En el sector de enseñanza concertada no fue fácil lograr un Convenio autonómico de Euskadi, hubo que hacer una huelga de 40 días, pero una vez conseguido, ELA recibió la confianza de la mayoría del sector y FSIE desapareció prácticamente del mapa. La siguiente gran prueba superada en la CAPV, antes de la que hoy celebramos, fue cuando en los primeros años de la crisis comenzada en 2008, se logró ganar en los tribunales y con la acción sindical (incluidos 5 días de huelga) la reversión de todos los recortes aplicados a las plantillas de la educación concertada de la CAPV.
En Nafarroa estamos a años luz de esto. Aquí UPN contó cuando gobernaba, con la alianza de la Patronal y su sindicato para recortar salvajemente en Educación, y todavía seguimos padeciendo algunas de las medidas que se tomaron entonces, incluso habiendo gobernado 4 años el Cuatripartito. Éste no tuvo enfrente una representación del 60% del sector en manos del sindicato ELA, como ocurre en la CAPV, sino con un 14% (hay centros escolares donde sólo puede presentar candidatura el sindicato que quiere la empresa, que nunca es ELA) y con estos mimbres nos fue imposible darle la vuelta a la situación, más allá de un 5% de recuperación salarial, un punto menor que la de la red pública.
Que en la CAPV acaben de conseguir recolocación para quienes vean cerrada su aula, en otro centro del sector, asumiendo el contrato de relevo de quien se prejubile al 75%, o una rebaja sustancial de la carga de trabajo, o recuperar la mitad del poder adquisitivo perdido desde 2009, etc, es un ejemplo  tremendo para los navarros que trabajamos en los colegios de los mismos escolapios, jesuitas, maristas, teresianas, dominicas o jesuitinas que allí. Y esto lo es en mayor medida cuando en Nafarroa nos rige un convenio estatal muy pobre, la prejubilción (en riesgo) es ya sólo al 50%, la pérdida de poder adquisitivo es mucho mayor (16,4%), porque aquí no recuperamos lo que se nos quitó, no se nos reconoce ni una hora de trabajo de las muchísimas que metemos en casa ni se nos permite tener algunas horas de trabajo personal en el colegio.
Ver hoy en el Teleberri al salesiano que preside la patronal Kristau Eskola, que ha abandonado la dureza en el gesto y ahora dice que está muy contento por el acuerdo logrado, "que todos queríamos", cuando le va a suponer tener que pagar gran parte de la subida salarial acordada, que saldrá de las ganancias que obtienen de las cuotas que cobran a las familias de sus colegios, impresiona doblemente, pues también en Nafarroa preside la patronal un salesiano, cuyo testaferro nos dice una y otra vez que jamás tendremos un convenio navarro. Aquí nos tienen con unas tablas salariales iguales a Melilla o Badajoz, a pesar de la realidad socio-económica tan distinta, que luego son complementadas por el acuerdo foral, aunque ni de lejos llegan a las de un colegio concertado de Gasteiz o Donostia. Para más inri dichas tablas melillenses fueron aprovechadas por la consejera anterior para chantajear a sindicatos débiles o sin independencia, ella les llamó "responsables", a fin de que aceptaran un acuerdo que suponía un retroceso o quedarse sólo con el convenio estatal, que algunos de ellos firman periódicamente.
Anteayer mismo se visualizaron los dos distintos modelos de sindicalismo en Nafarroa. SEPNA, UGT y LAB (ninguno de los 3 ha firmado el acuerdo de la CAPV de ayer) se concentraban ante Educación para pedir que se cumpla el acuerdo que ellos firmaron en 2017, y que hasta ahora no han conseguido que dos sucesivos consejeros hagan efectivo. A ELA ni nos avisaron de su movilización, para ver si compartíamos o no el contenido y el formato. Reaccionamos con rapidez para hacer saber al sector y a la opinión pública nuestra visión del conflicto, pero nos queda un largo trecho para volver a la combinación unitaria de movilizaciones y negociación de 2016 que nos trajo que desde 2017 nos apliquen la misma subida que al personal de la administración.
Con la victoria de ayer, se me abre la posibilidad de explicar bien en todos los centros navarros la diferencia entre lo que allí tienen y nuestro abatimiento, entre la decencia en los objetivos y la lucha de allí, y el clientelismo y el derrotismo de aquí. Y es que allí no son de otra pasta, no son superhombres o supermujeres, simplemente depositan mayoritariamente su confianza en un sindicato que tiene la fuerza y la convicción de trabajar por un país decente. De momento tendré que hacer esta labor solo (qué envidia cuando veo el vídeo de la celebración de esta mañana en Bilbao), pues Educación me ha arrebatado a la compañera que me correspondía en el reparto de liberaciones derivadas del resultado electoral, para impedir que UGT baje de 4 a 3 liberaciones, como le tocaba por su mal resultado electoral. El equipo del actual consejero ha tomado la injusta decisión que dejó preparada el equipo de su antecesora. Y es que trabajar por un país decente tiene castigo. Pero seguimos luchando en los juzgados y con la acción sindical, y diciendo a quien puede decidir que rectificar es de sabios.






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