jueves, 26 de enero de 2017

El canto del cisne

Después de tantos años luchando para evitar que nuestros niños y niñas tengan que adquirir los saberes básicos que les permiten integrarse en esta sociedad navarra (no-anglófona) utilizando el inglés como vehículo, hoy entono el canto que entiendo final una vez que mi lucha se salda con una derrota en mi propio colegio, y posiblemente en tantos otros como el mío.
Me he despertado súbitamente a las 4 de la madrugada. Tras unas horas de plácido y reparador sueño, me ha venido el eco de los mensajes alarmados que recibí ayer, precisamente mientras celebraba con una comida mi cumpleaños, mensajes de compañeros, algunos entre sollozos, que me avisaban de que hemos sido convocados a un claustro para que nuestro cole se incorpore al PAI (Programa de Aprendizaje en Inglés).
Muchos recuerdos se me agolpaban en la mente, de cuando bajo las presidencias sucesivas de los gobiernos de UPN-PP de Sanz y Barcina, comenzamos a escribir en la prensa porque nuestro sentido cívico y nuestro celo profesional nos empujaban a llamar la atención de un grave peligro que se cernía sobre el alumnado y sobre todo el sistema educativo. También de cuando intensificamos nuestra presencia pública con la gran esperanza de que el Régimen podía caer a corto plazo, y con él semejante aberración. Y de cuando tras las elecciones de 2015 se formó una nueva mayoría en Navarra, a la que al principio creímos que podíamos ayudar a cumplir el programa que pensábamos que tenían.
Hace ya tiempo que vemos perdida esta guerra del PAI, el cambio ni trajo la derogación como en Baleares, ni aprovechó la moratoria para demostrar con los mejores expertos internacionales que es un fraude y una chapuza monumental innecesaria para aprender idiomas con calidad, ni tampoco aprovechó la evaluación para que hablaran los miles de docentes presentes en los centros PAI y se evidenciaran la pobre mejora en el aprendizaje de inglés (a pesar de acumular las criaturas miles de horas en inglés) y la pérdida de nivel en los conocimientos de las áreas. Nadie se planteó hacer una comisión de investigación en el parlamento para deslindar las responsabilidades de los sucesivos gobiernos de UPN-PP-PSN que dañaron la capacitación de toda una generación de escolares, al imponerles este programa en 106 colegios, sin posibilidad de optar por él o no.
Todo estaba atado y bien atado, y las aguas han vuelto a su cauce: el nuevo gobierno del cambio ha aprobado la nueva orden foral del PAI declarando que es “de interés educativo y estratégico”. Nuevos colegios se van a sumar al programa, y muchos docentes sufren en silencio.
Me ha costado volver a conciliar el sueño, hasta que he visto que me queda el bolg para entonar mi canto final, y me he dormido. Todo lo que quería decir no me cabía en un hilo de twitter, y la prensa ya no es una opción para mí en este tema, pues ya pasaron los tiempos en que acogía gustosa mis artículos que contribuían como los de tantos otros a demoler el viejo Régimen, y ahora ya no gustan tanto a los nuevos poderes, en concreto el cuarto poder ya me lo ha hecho saber explícitamente. Así que el blog y la bendita globalización de la comunicación me permiten divulgar lo que siento y además sin limitaciones de espacio. Voy a ello:
La convocatoria del claustro que he recibido me dice que se informará sobre la solicitud de acceso al PAI. Es el último capítulo de una larga historia, supone sólo la culminación de algo ya anunciado e implantado de facto. De hecho un programa similar al PAI se ha extendido en mi colegio a lo largo de más de una década desde el aula de 3 años hasta final de ESO. Sólo faltaba el nombre oficial, y tras la moratoria, puede pedirse ya.
Según la resolución 1/2017, de 5 de enero, la decisión necesita la aprobación expresa del claustro y del consejo escolar (no de la totalidad de las familias), pero todos sabemos el modo en que estas cosas se gestionan en los centros concertados y las garantías de transparencia, libertad y derecho al voto libre, directo y secreto en dichos centros. Luego hay políticos de izquierda que nos tachan a los trabajadores de concertada de privilegiados, y esto también lo tenemos que soportar.
Algunas personas no nos hemos sometido, y hemos sido valientes desde hace muchos años. Al principio no pensamos que el British-TIL-PAI llegara jamás a nuestro colegio. Si salimos a la plaza pública con este tema era porque nos parecía un grave perjuicio para la misma sociedad, por compromiso cívico y desde la autoridad que nos daba el ser docentes.
Llevábamos ya muchos años enseñando euskera como asignatura en el modelo A, del que fuimos pioneros en su implantación en los 80, con el apoyo del 80 % de las familias (gran parte procedentes de la inmigración interna desde otras CCAA en los años del desarrollismo), en una consulta realizada a tal efecto. Siempre nos habíamos opuesto a impartir ninguna otra asignatura en euskera a nuestros alumnos, porque este modelo no da para eso, pues es “de acercamiento al euskera, de conocimiento de nociones básicas, de competencia lingüística”, y aunque la ley inicialmente previó un posible “modelo A reforzado”, no han existido experiencias, como es lógico. Sí nos preocupamos desde el principio en darle solidez y calidad al modelo. No nos resultó fácil. Desde muy temprano abandonamos los libros de texto (“Bene benetan”) e incorporamos la metodología de proyectos comunicativos, con una acción final en la que confluían todas las actividades de aprendizaje. Intentamos que la Escuela Oficial de Idiomas abriera para nuestros alumnos de euskera el programa de colaboración que ya venía funcionando con el inglés y el francés, pero en un principio nos lo negaron, y esto no se implantó hasta que comenzó a funcionar la Escuela Oficial de Idiomas a Distancia de Navarra (EOIDNA). Desde entonces nuestro alumnado consigue el nivel A2 del Marco europeo de las lenguas en 3º de ESO, el B1 en 4º y el B2 al acabar Bachillerato. Todo el trabajo extra que nos ha supuesto el contacto con la EOIDNA a lo largo de tantos años ha sido “gratis et amore”, es decir, las reuniones de coordinación con docentes de la Escuela y de otros centros, las tareas de vigilancia y corrección de exámenes, o las sesiones con agrupamientos específicos que establecíamos con nuestros alumnos tan diversos y numerosos, siempre han corrido de nuestra cuenta, y nuestro centro jamás nos ha concedido las reducciones de horas lectivas a las que teníamos derecho según la normativa. Y luego nos seguirán diciendo lo privilegiados que somos en la concertada.
En coherencia con esta actitud, nunca nos pareció bien que una lengua extranjera como el inglés pudiera utilizarse vehicularmente para aprender otras áreas. Tampoco da para eso, y no se hace en ningún país como aquí. De hecho en 2009 me publicaron en la prensa un artículo titulado “¿Educación de calidad con media jornada en inglés?”. Cuál fue mi sorpresa cuando mis jefes nos anunciaron poco después en claustro que el centro iba a implantar el inglés vehicular desde Educación Infantil. Temí que me despidieran por mi artículo. A las compañeras que habían sacado adelante un Proyecto Lingüístico con gran esfuerzo, coordinando a todo el profesorado de lenguas del centro, estableciendo un Tratamiento Integrado de las Lenguas que hacía que lo que se trabajase en una de ellas sirviera para las otras, les supuso un mazazo dejar todo esto atrás y tener que asumir que ahora la L1 seguía siendo el castellano, pero que la L2 pasaba a ser el inglés (¡en Pamplona-Iruña!) y el euskera quedaba relegado a L3.
La decisión empresarial estaba tomada, aunque el programa de inglés vehicular fuera una chapuza, el gobierno de UPN lo estaba implantando en los centros de alrededor haciendo competencia desleal, con profesorado sin titulación y sin medios. Había que competir en el mercado de captación de alumnado y el inglés vehicular se iba a extender a todo el colegio. Recuerdo que en reuniones de claustro expliqué que si me obligaban un día a dar mis asignaturas de Geografía e Historia en inglés, lo haría porque no me quedaría otro remedio si quería mantener mi puesto de trabajo, pero que jamás sería al nivel de calidad con que lo hago en castellano. Dado que mi nivel de inglés en aquel momento era de 3º de la EOI, advertí a la dirección que sin un reciclaje de al menos dos cursos enteros a tiempo completo, nunca obtendría el nivel C1 mínimamente necesario para hacer esa tarea, aun con mucha peor calidad que en castellano. De todas estas peticiones nunca más se supo.
El inglés vehicular ha llegado en muchos centros a los últimos cursos de la ESO. Hay alumnos que siempre han cursado las sociales en inglés, y si de repente se decide pasar al castellano, el profesorado se encuentra carencias muy básicas, pues no conocen el vocabulario mínimo, alegan que nunca han hecho exámenes y tienen un nivel bajo. Si de repente la asignatura vehicular es ahora de ciencias, el profesorado se ve desesperado porque no puede dar el nivel de conocimientos que daba en castellano.
La casuística es de lo más decepcionante, pues te encuentras profesores de inglés que han sido obligados a entrar como apoyo en aulas donde otro compañero imparte un área en inglés. Carecen de coordinación, el profesor de apoyo no conoce la materia, el titular no puede dar al nivel que exige la normativa, y donde en castellano se trabajaban 6 unidades al trimestre, en inglés se trabaja una sola. Sin embargo ambos profesores están dispuestos a tragar lo que les echen, y jamás se quejarán ni discutirán el programa. Sufren en silencio. En otros centros he visto despidos por discrepancias con el PAI, o por no tener la titulación necesaria, y gente que dobla su jornada acudiendo tras las clases a estudiar inglés en busca de titulación.
Hay también profesores que tratan de buscar una justificación a semejante atropello que no les vuelva locos, y aún siendo ellos mismos afectados por el programa, lo dan por bueno echando mano de expresiones manipuladas como “también los pobres de este barrio tienen derecho al inglés”, como si los más perjudicados no fueran precisamente esos más pobres.
Por todo esto yo no confío en que el profesorado dé la vuelta a todo este despropósito. Ojalá me equivocase, pero si el nuevo gobierno pensaba que dando la voz a familias y claustros, estos iban a pedir la salida de sus centros del PAI o decidir no incorporarse, al menos en la red privada lo veo imposible. No se dan las condiciones. Las empresas siguen en lo que estaban, compitiendo en el triste mercado educativo que hemos heredado del franquismo. Si el gobierno de UPN les hacía la competencia desleal con un programa chapucero, jamás se lo hicieron saber a aquél ni a la opinión pública, pues tienen demasiados intereses creados. Si el actual gobierno que venía a cambiar esto, no ha sido capaz ante la presión político-mediática del viejo Régimen, toca huida hacia adelante y el que venga que arree. Nadie les pedirá cuentas a ninguno de los responsables por las víctimas evidentes de este sistema.

Se dice que cada palo aguante su vela, yo ya he aguantado la mía hasta ahora, alea jacta est.