Después de tantos años luchando para evitar que nuestros niños y
niñas tengan que adquirir los saberes básicos que les permiten
integrarse en esta sociedad navarra (no-anglófona) utilizando el
inglés como vehículo, hoy entono el canto que entiendo final una
vez que mi lucha se salda con una derrota en mi propio colegio, y
posiblemente en tantos otros como el mío.
Me he despertado súbitamente a las 4 de la madrugada. Tras unas
horas de plácido y reparador sueño, me ha venido el eco de los
mensajes alarmados que recibí ayer, precisamente mientras celebraba
con una comida mi cumpleaños, mensajes de compañeros, algunos entre
sollozos, que me avisaban de que hemos sido convocados a un claustro
para que nuestro cole se incorpore al PAI (Programa de Aprendizaje en
Inglés).
Muchos recuerdos se me agolpaban en la mente, de cuando bajo las
presidencias sucesivas de los gobiernos de UPN-PP de Sanz y Barcina,
comenzamos a escribir en la prensa porque nuestro sentido cívico y
nuestro celo profesional nos empujaban a llamar la atención de un
grave peligro que se cernía sobre el alumnado y sobre todo el
sistema educativo. También de cuando intensificamos nuestra
presencia pública con la gran esperanza de que el Régimen podía
caer a corto plazo, y con él semejante aberración. Y de cuando tras
las elecciones de 2015 se formó una nueva mayoría en Navarra, a la
que al principio creímos que podíamos ayudar a cumplir el programa
que pensábamos que tenían.
Hace ya tiempo que vemos perdida esta guerra del PAI, el cambio ni
trajo la derogación como en Baleares, ni aprovechó la moratoria
para demostrar con los mejores expertos internacionales que es un
fraude y una chapuza monumental innecesaria para aprender idiomas con
calidad, ni tampoco aprovechó la evaluación para que hablaran los
miles de docentes presentes en los centros PAI y se evidenciaran la
pobre mejora en el aprendizaje de inglés (a pesar de acumular las
criaturas miles de horas en inglés) y la pérdida de nivel en los
conocimientos de las áreas. Nadie se planteó hacer una comisión de
investigación en el parlamento para deslindar las responsabilidades
de los sucesivos gobiernos de UPN-PP-PSN que dañaron la capacitación
de toda una generación de escolares, al imponerles este programa en
106 colegios, sin posibilidad de optar por él o no.
Todo estaba atado y bien atado, y las aguas han vuelto a su cauce: el
nuevo gobierno del cambio ha aprobado la nueva orden foral del PAI
declarando que es “de interés educativo y estratégico”. Nuevos
colegios se van a sumar al programa, y muchos docentes sufren en
silencio.
Me ha costado volver a conciliar el sueño, hasta que he visto que me
queda el bolg para entonar mi canto final, y me he dormido. Todo lo
que quería decir no me cabía en un hilo de twitter, y la prensa ya
no es una opción para mí en este tema, pues ya pasaron los tiempos
en que acogía gustosa mis artículos que contribuían como los de
tantos otros a demoler el viejo Régimen, y ahora ya no gustan tanto
a los nuevos poderes, en concreto el cuarto poder ya me lo ha hecho
saber explícitamente. Así que el blog y la bendita globalización
de la comunicación me permiten divulgar lo que siento y además sin
limitaciones de espacio. Voy a ello:
La convocatoria del claustro que he recibido me dice que se informará
sobre la solicitud de acceso al PAI. Es el último capítulo de una
larga historia, supone sólo la culminación de algo ya anunciado e
implantado de facto. De hecho un programa similar al PAI se ha
extendido en mi colegio a lo largo de más de una década desde el
aula de 3 años hasta final de ESO. Sólo faltaba el nombre oficial,
y tras la moratoria, puede pedirse ya.
Según la resolución 1/2017, de 5 de enero, la decisión necesita la
aprobación expresa del claustro y del consejo escolar (no de la totalidad de las familias), pero todos
sabemos el modo en que estas cosas se gestionan en los centros
concertados y las garantías de transparencia, libertad y derecho al
voto libre, directo y secreto en dichos centros. Luego hay políticos
de izquierda que nos tachan a los trabajadores de concertada de
privilegiados, y esto también lo tenemos que soportar.
Algunas personas no nos hemos sometido, y hemos sido valientes desde
hace muchos años. Al principio no pensamos que el British-TIL-PAI
llegara jamás a nuestro colegio. Si salimos a la plaza pública con
este tema era porque nos parecía un grave perjuicio para la misma
sociedad, por compromiso cívico y desde la autoridad que nos daba el
ser docentes.
Llevábamos ya muchos años enseñando euskera como asignatura en el
modelo A, del que fuimos pioneros en su implantación en los 80, con el apoyo del 80 % de las familias (gran parte procedentes de la inmigración interna desde otras CCAA en los años del desarrollismo), en una consulta realizada a tal efecto. Siempre nos habíamos opuesto a impartir ninguna otra
asignatura en euskera a nuestros alumnos, porque este modelo
no da para eso, pues es “de acercamiento al euskera, de
conocimiento de nociones básicas, de competencia lingüística”, y
aunque la ley inicialmente previó un posible “modelo A reforzado”,
no han existido experiencias, como es lógico. Sí nos preocupamos
desde el principio en darle solidez y calidad al modelo. No nos
resultó fácil. Desde muy temprano abandonamos los libros de texto
(“Bene benetan”) e incorporamos la metodología de proyectos
comunicativos, con una acción final en la que confluían todas las
actividades de aprendizaje. Intentamos que la Escuela Oficial de
Idiomas abriera para nuestros alumnos de euskera el programa de
colaboración que ya venía funcionando con el inglés y el francés,
pero en un principio nos lo negaron, y esto no se implantó hasta que
comenzó a funcionar la Escuela Oficial de Idiomas a Distancia de
Navarra (EOIDNA). Desde entonces nuestro alumnado consigue el nivel
A2 del Marco europeo de las lenguas en 3º de ESO, el B1 en 4º y el
B2 al acabar Bachillerato. Todo el trabajo extra que nos ha supuesto
el contacto con la EOIDNA a lo largo de tantos años ha sido “gratis
et amore”, es decir, las reuniones de coordinación con
docentes de la Escuela y de otros centros, las tareas de vigilancia y
corrección de exámenes, o las sesiones con agrupamientos
específicos que establecíamos con nuestros alumnos tan diversos y
numerosos, siempre han corrido de nuestra cuenta, y nuestro centro
jamás nos ha concedido las reducciones de horas lectivas a las que
teníamos derecho según la normativa. Y luego nos seguirán diciendo
lo privilegiados que somos en la concertada.
En coherencia con esta actitud, nunca nos pareció bien que una
lengua extranjera como el inglés pudiera utilizarse vehicularmente
para aprender otras áreas. Tampoco da para eso, y no se hace en
ningún país como aquí. De hecho en 2009 me publicaron en la prensa
un artículo titulado “¿Educación de calidad con media jornada en
inglés?”. Cuál fue mi sorpresa cuando mis jefes nos anunciaron
poco después en claustro que el centro iba a implantar el inglés
vehicular desde Educación Infantil. Temí que me despidieran por mi
artículo. A las compañeras que habían sacado adelante un Proyecto
Lingüístico con gran esfuerzo, coordinando a todo el profesorado de
lenguas del centro, estableciendo un Tratamiento Integrado de las
Lenguas que hacía que lo que se trabajase en una de ellas sirviera
para las otras, les supuso un mazazo dejar todo esto atrás y tener
que asumir que ahora la L1 seguía siendo el castellano, pero que la
L2 pasaba a ser el inglés (¡en Pamplona-Iruña!) y el euskera
quedaba relegado a L3.
La decisión empresarial estaba tomada, aunque el programa de inglés
vehicular fuera una chapuza, el gobierno de UPN lo estaba implantando
en los centros de alrededor haciendo competencia desleal, con
profesorado sin titulación y sin medios. Había que competir en el
mercado de captación de alumnado y el inglés vehicular se iba a
extender a todo el colegio. Recuerdo que en reuniones de claustro
expliqué que si me obligaban un día a dar mis asignaturas de
Geografía e Historia en inglés, lo haría porque no me quedaría
otro remedio si quería mantener mi puesto de trabajo, pero que jamás
sería al nivel de calidad con que lo hago en castellano. Dado que mi
nivel de inglés en aquel momento era de 3º de la EOI, advertí a la
dirección que sin un reciclaje de al menos dos cursos enteros a
tiempo completo, nunca obtendría el nivel C1 mínimamente necesario
para hacer esa tarea, aun con mucha peor calidad que en castellano.
De todas estas peticiones nunca más se supo.
El inglés vehicular ha llegado en muchos centros a los últimos
cursos de la ESO. Hay alumnos que siempre han cursado las sociales en
inglés, y si de repente se decide pasar al castellano, el
profesorado se encuentra carencias muy básicas, pues no conocen el
vocabulario mínimo, alegan que nunca han hecho exámenes y tienen un
nivel bajo. Si de repente la asignatura vehicular es ahora de
ciencias, el profesorado se ve desesperado porque no puede dar el
nivel de conocimientos que daba en castellano.
La casuística es de lo más decepcionante, pues te encuentras
profesores de inglés que han sido obligados a entrar como apoyo en
aulas donde otro compañero imparte un área en inglés. Carecen de
coordinación, el profesor de apoyo no conoce la materia, el titular
no puede dar al nivel que exige la normativa, y donde en castellano
se trabajaban 6 unidades al trimestre, en inglés se trabaja una
sola. Sin embargo ambos profesores están dispuestos a tragar lo que
les echen, y jamás se quejarán ni discutirán el programa. Sufren
en silencio. En otros centros he visto despidos por discrepancias con el PAI, o por no tener la titulación necesaria, y gente que dobla su jornada acudiendo tras las clases a estudiar inglés en busca de titulación.
Hay también profesores que tratan de buscar una justificación a
semejante atropello que no les vuelva locos, y aún siendo ellos
mismos afectados por el programa, lo dan por bueno echando mano de
expresiones manipuladas como “también los pobres de este barrio
tienen derecho al inglés”, como si los más perjudicados no fueran
precisamente esos más pobres.
Por todo esto yo no confío en que el profesorado dé la vuelta a
todo este despropósito. Ojalá me equivocase, pero si el nuevo
gobierno pensaba que dando la voz a familias y claustros, estos iban
a pedir la salida de sus centros del PAI o decidir no incorporarse,
al menos en la red privada lo veo imposible. No se dan las
condiciones. Las empresas siguen en lo que estaban, compitiendo en el
triste mercado educativo que hemos heredado del franquismo. Si el
gobierno de UPN les hacía la competencia desleal con un programa
chapucero, jamás se lo hicieron saber a aquél ni a la opinión
pública, pues tienen demasiados intereses creados. Si el actual
gobierno que venía a cambiar esto, no ha sido capaz ante la presión
político-mediática del viejo Régimen, toca huida hacia adelante y
el que venga que arree. Nadie les pedirá cuentas a ninguno de los
responsables por las víctimas evidentes de este sistema.
Se dice que cada palo aguante su vela, yo ya he aguantado la mía
hasta ahora, alea jacta est.
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