domingo, 2 de junio de 2019

Fin del Cambio, por mí que no haya sido

Siete días después de las elecciones del 26 de mayo de 2019, cuando aún no se sabe si se va a conformar en Navarra un gobierno de puro Régimen u otro encabezado por el PSN, escribo esta nueva entrada como explicación más detallada de mi decisión hecha pública en las redes de reconocer que el Cambio ha acabado y de finalizar por mi parte una etapa de compromiso político partidista, a partir del 27 de mayo.
Más allá de las reacciones que me han llegado por las redes, que a veces sorprenden y agradan por los lazos de aprecio, admiración y amistad que se tejen sin uno darse cuenta, resulta poco común saber cerrar etapas cuando estas ya no dan más de sí. Creo que nunca ha sido mi caso.
Y no es que el Cambio no dé más de sí, de hecho queda mucho por hacer, y veremos cuándo, cómo y quiénes lo podrán llevar a cabo, pero visto el éxito de mi aportación y mi momento vital, creo que es hora de dedicarme a otros quehaceres, sintiéndome moderadamente satisfecho de haber hecho lo que he podido. 
En mi vida militante iniciada en los primeros años 80 del siglo pasado, diría que ésta es la tercera vez que doy un golpe de timón de este tipo:
La primera fue cuando con 30 años tomé conciencia de que si ya tenía trabajo fijo, estaba casado y con un proyecto de vida definido, tenía que poner fin a mi etapa de militancia juvenil, de raíz cristiana, desarrollada a lo largo de una década desde movimientos juveniles de AC, tanto en tareas intraeclesiales de construcción de comunidad (tareas organizativas y de animación de grupos juveniles, así como en estructuras de participación eclesial como el Consejo Diocesano de Pastoral o el Sínodo) como en otras de compromiso social (Consejo de la Juventud de Navarra, Coordinadora de ONG-D).
La segunda fue tras los años de paso de un siglo y milenio a otro, cuando desistí de seguir en las tareas intraelclesiales, entonces ya desde un movimiento adulto, ante la prolongación ad eternum del invierno eclesial (hasta 2013 no llegaría el papa Francisco, y como cuestionaba Mons. Uriarte, "la nieve de la cima, ¿cuándo llegará al valle?").
A partir de 2004, la ilusión que despertó NaBai en su irrupción en el Congreso, hizo que viéramos la luz mucha gente que no atisbábamos posiblidad alguna de salir de un Régimen que desde la caída del tripartito (1995-96) había consagrado el Corralito foral y la exclusión de la comunidad vascohablante, con la gran coalición UPNPP-PSN. Todo ello en el único territorio de Europa donde aún se usaba la violencia con fines políticos.
Durante estos últimos 15 años mi implicación para que llegara el Cambio a Navarra fue aumentando desde aquel 2004 de la diputada Uxue Barkos elegida en pleno shock del 11-M. El impulso hacia el compromiso socio-político que el sociólogo Imanol Zubero nos dio en la asamblea de AC a la que asistí en Málaga, me llevó a implicarme como independiente en NaBai desde las asambleas de los Golem de 2006 y hasta la desaparición de la coalición por abandono de la mayoría de socios en 2010. En 2011, año del cese definitivo de ETA, el formar parte del grupo de unas 35 personas que mantuvimos vivo el rescoldo de los independientes de NaBai hasta crear Zabaltzen, me dio la sensación de ser modesto co-protagonista de la Historia, pues dimos pie a que la diputada tuviera detrás una organización política que más tarde fuera reconocida por la ciudadanía como la merecedora de encabezar el Cambio tras la derrota del Régimen en las urnas en 2015. En Geroa Bai mi trabajo fue intenso, desde Zabaltzen, pero preparando un programa electoral de la coalición, para ganar el cambio.
Aunque participé de los grupos de Autogobierno y de Paz y Convivencia, por mi perfil profesional fui requerido para coordinar el grupo de Educación de la coalición. Hicimos un equipo muy rico, con docentes que por ocupación o por motivos familiares, conocíamos muy bien la red pública y la concertada (incluídas ikastolas), los modelos G, A y D, las diversas zonas lingüísticas, los sucesivos cambios legislativos que había habido desde la muerte del dictador... Elaboramos un programa opuesto a la LOMCE y su mercantilización de la Educación, incluído el colonialismo del inglés, utilizado además como modo de alejar a las familias del euskera.
Desde 2013, en que mi significación desde el sindicalismo (en contra de los recortes aplicados a la educación los años anteriores), me llevó a ser liberado para el sector de la concertada, mi tarea política en favor del cambio pasó a ser más de base, sin asunción de responsabilidades que me resultaban incompatibles, pero con un apoyo constante tanto desde las redes como desde la trastienda.
Los años del gobierno del Cambio han sido muy intensos, difíciles para mí, que me he dedicado a empujar para que se lleve a cabo el cambio prometido, y al final de legislatura a pedir otra más porque hay mucho por hacer. Visto con la perspectiva del reciente resultado electoral, pienso que para haber perdido al final, mejor hubiera sido haber cambiado más cosas, en coherencia con el programa político de cada miembro del cuatripartito y del mismo acuerdo programático.
Mi primera gran batalla fue el PAI, comenzada mucho antes de ganar las elecciones, con saboteadores muy bien situados en el entramado del nuevo poder, que cepillaron en parte el programa electoral pero que no pudieron impedir que la aportación de algún socio metiera en el acuerdo programático la expresión clave "moratoria para evaluar" y la promesa de incorporar al currículo el TIL. El nuevo consejero, desbordado desde el principio, no hizo caso del equipo que durante años había elaborado un buen programa, y puso su confianza en funcionarios con excesiva mochila de un Régimen de 40 años. Así, desechó comenzar el primer curso escolar con un simposio de los mayores expertos mundiales en aprendizaje de idiomas, que pusieran en evidencia el gran perjuicio para el alumnado de haber caído en las garras del PAI. Y tras las primeras navidades en el cargo, presentó una OPE totalmente condicionada por dicho PAI, que no precisa de profesorado en castellano y que por tanto ofrecía cifras más escoradas hacia plazas en euskera. Los culpables desde lustros atrás, atacaban sin piedad, y el nuevo poder fue incapaz de lograr la centralidad de su relato,  por miedo, errores en los equipos y falta de convicción.
En todas esas situaciones tan complejas, siempre he actuado con lealtad al Cambio y colaborando en todo lo que he podido desde la discreción. Pero quienes a veces requirieron la ayuda y siempre la obtuvieron con generosidad, terminaron en algún caso por maltratarnos en público y negarse hasta a contestar comunicaciones.
Si el ver perdida esa batalla me llevó a dejar de participar en la coalición, comprobar que se retrocedía en condiciones laborales en el sector de la educación del que me encargo sindicalmente, me llevó a darme de baja definitivamente. Nadie hubiera entendido que alguien que lucha desde un sindicato por estas cuestiones, asista como si no pasara nada a reuniones políticas de quienes son responsables de estas medidas. No obstante, hasta el último momento he apoyado desde las redes al Cambio, con espíritu crítico, pero combatiendo a las fuerzas del Régimen y resaltando siempre lo positivo de las fuerzas del cuatripartito. Cuando éste ya ha caído, ceso en la labor, con la convicción de que por mí no ha sido.





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