Quienes trabajamos en colegios
privados concertados educando al 38 % del alumnado navarro (con la tiza pero
también con la escoba o en los comedores escolares), vamos teniendo cada vez
más clara esta condición de currelas de una subcontrata barata que el Estado
concierta con empresas porque su oferta educativa se desentiende de ellos y
sólo llega al otro 62% del alumnado.
En este país nos movemos en este
marco, tan distinto del de otros estados de la UE, donde desde hace dos siglos se
considera que la educación básica debe estar en manos del Estado y nadie pone
en duda la libertad por eso, tampoco las distintas iglesias, que no están
presentes en este campo sino en otros donde su labor es más necesaria.
En el colectivo de concertada un
pequeño grupo proviene del movimiento popular que creó las ikastolas en el
franquismo, porque éste no garantizaba el aprendizaje en nuestra lengua más
propia, y el grueso proviene de los colegios que órdenes religiosas abrieron
para atender a veces a las élites y a veces también a una población de barrios
y pueblos a la que un estado dictatorial y fallido dejaba sin atención.
Es en esas empresas donde muchos
hemos encontrado trabajo y hemos podido desarrollar nuestra vocación educativa.
Nadie nos ha organizado oposiciones para trabajar en esta red, y siempre hemos
tenido más jornada lectiva semanal y menos salario que si hubiéramos trabajado
en la otra. Las leyes orgánicas de la democracia establecieron que el
parlamento autonómico fije cada año nuestro salario en los presupuestos
generales y el gobierno autónomo nos abone en nómina el salario, pero quien nos
contrata, despide y organiza el trabajo es el empresario de turno.
Todas las empresas educativas
están afiliadas a sus organizaciones patronales, bien incardinadas en la CEN y
en la élite navarra, y con recursos muy potentes para defender sus intereses.
Por el contrario, el colectivo de 2.800 trabajadoras y trabajadores del sector
tiene un bajo índice de afiliación sindical, que además se limita a 4
sindicatos, pues el resto no busca representarlos ni defenderlos, como si
fueran unos apestados o culpables de tener un empleo indigno.
Mientras gobernaron Navarra
quienes apoyaron cambiar el artículo 135 de la CE, la alianza
UPN-Patronales-Sindicato afín recortó a la
plantilla de concertada un 9,2% del salario, dejó de sustituir a los docentes
hasta el décimo día y aumentó el alumnado por aula. Estos recortes al hilo de
los de la red pública supusieron un deterioro de la calidad en la educación y
una pérdida del 19% del poder adquisitivo.
Las personas y organizaciones que
hemos trabajado tanto para que llegaran al gobierno quienes se oponían a la
citada modificación en la CE, esperábamos que el cambio político y social se
hiciera efectivo, y nos estamos teniendo que esforzar mucho para forzarlo.
Desde ELA Concertada contactamos
muy pronto con el consejero Mendoza para advertirle del peligro de olvidarse
del colectivo de trabajadores de concertada. Cuando por fin nos recibió ya era
tarde, pues había presupuestado una subida del 1% para los de la red pública,
pero no para nosotros (curiosamente alguien le había colado medio millón más
para la patronal, que finalmente decayó). Al levantar la liebre los sindicatos
sobre lo injusto de que seamos iguales para bajar el salario pero diferentes
para subirlo, los socios del consejero vetaron nuestras mejoras. Sólo la
movilización unitaria nos trajo, con un año de retraso, una de las dos subidas
del 1% que hasta ahora han tenido los de la pública, estando ahora a más
distancia de ellos que con UPN (la LODE previó en 1985 que para 1992 estaríamos
al 95% de equiparación, aún estamos esperando).
Cuando se destapó que vencía un
Acuerdo de Navarra que complementa al Convenio estatal que rige nuestras relaciones laborales, nadie
reparó en que aún con ambos textos, nuestra jornada lectiva es mayor que la de
la pública y nuestro salario menor. Por el contrario, los citados socios
volvieron a pedir que no se renovara dicho acuerdo. No obstante, Mendoza tuvo
la valentía de abrir una mesa a tres que no se reunía desde 2008, y patronales,
sindicatos, y un gobierno representado en ese tiempo por 2 consejeros
distintos, dos directores generales sucesivos, tres responsables jurídicos y
dos económicos, hemos estado reuniéndonos durante un año. Las negociaciones
propiamente dichas sólo fueron en otoño de 2016 y, tras meses de explicaciones
al nuevo equipo, en los días previos y finales a las vacaciones de este verano.
Ante el ultimátum de la nueva
consejera Solana, de que firmábamos su propuesta de acuerdo o nos quedábamos sin nada,
los sindicatos salimos a la opinión pública y nos movilizamos a final de curso.
También pedimos la mediación de la presidenta Barkos, que no nos recibió aunque sí
aprovechó julio para reunirse con las patronales.
El mes de agosto acabó con una
serie de reuniones precipitadas en las que la consejera nos ponía entre la
espada y la pared: no iba a prorrogar más allá del 31 de agosto la ultraactividad
del Acuerdo aún vigente, y si no nos aveníamos a firmar otro a la baja, gobierno
y patronales firmaban el que habían pactado en verano, dejando fuera de la
subida de 2017 al personal no docente y perjudicando aún más a los docentes
mayores de 57 años.
Estudiado el nuevo ultimátum por
la gente de los coles, reunidos afiliados y delegados para decidir, un 70% de
la asamblea de nuestro sindicato ELA, con la presencia de la práctica totalidad de
nuestros centros, decidió no firmar (un 5% votó firmar) un acuerdo que nos va a subir el sueldo en
2018 y 2019 en el mismo porcentaje que a los de la pública, va a poner
sustituciones desde el primer día en 4 casos muy limitados, pero no va a darnos
la segunda subida que ya han tenido aquellos y nos va a empeorar las
condiciones laborales: los docentes desde los 57 años no van a poder reducir
más que dos horas (en junio nos ofrecían cero) de su siempre sobrecargada jornada
lectiva semanal, y quienes estaban en el paro esperando a trabajar cuatro horas
semanales como las que se reducían a esa edad hasta ahora, van a quedarse con
la mitad. Respecto a posibilidades de acceder a la formación pública, o de
recolocarnos más allá de 2018 y de que el recreo sea lectivo en Infantil,
también vamos para atrás con este acuerdo.
Estamos seguros de que las
movilizaciones unitarias nos habrían llevado a los sindicatos a darle vuelta a
este retroceso, y al menos conservar las medidas sociales que teníamos, en un
año en que la recaudación de Hacienda ha crecido un 10 % y en que todo hace
indicar que en el convenio con el Estado
Navarra va a pagar 200 millones menos. A la plantilla la teníamos atenta,
entrenada en movilizaciones y motivada como hacía muchos años no se veía. Pero
los otros sindicatos han decidido que más valía conservar algún mueble del
naufragio que mantener el barco a flote. Cada uno lo deberá explicar, LAB por qué antepone intereses patronales o políticos a lo laboral, SEPNA por qué firmó tantos recortes de UPN cuando detentaba la mayoría absoluta en el
sector que le proporcionaba el amparo que le presta la patronal, y UGT por qué salió en la foto del pensionazo que nos ha retrasado la jubilación
hasta los 67 años junto con ZP, la CEOE y su sindicato aliado. Será que unos y
otros no tienen lo que ELA: una caja de resistencia solidaria para afrontar
conflictos que den garantía de victoria a un auténtico sindicato, que no va a
cejar en su empeño de seguir organizando y movilizando a un sector en el que
aspira a representar mucho más que el actual 14 %, y con ello arrancar a la
patronal un Convenio de Navarra que nos traiga la dignidad y la estabilidad.
Las patronales nunca han mirado
por nuestras condiciones laborales sino por sus intereses, estaban dispuestas a
firmar un acuerdo que nos llevara para atrás a las plantillas, y sólo asumieron
una mayor transparencia en la contratación a regañadientes. Ante la previsible conflictividad que hubiera
traído la desaparición del acuerdo y la aplicación pura y dura del pobre Convenio
estatal que algunas de esas patronales firmaron junto con los sindicatos de
ámbito estatal, decidieron firmar también este mal acuerdo. Llama la atención esta
actitud en entidades religiosas que proclaman un mensaje social o en
cooperativas constituidas en su inmensa mayoría por familias trabajadoras,
aunque en las negociaciones unas y otras están representadas por testaferros
que buscan dar el máximo de beneficio a sus empleadores.
Los partidos que sostienen al gobierno de cambio habían venido a revertir los recortes aplicados a las personas trabajadoras, pero nosotras no debemos serlo. Además se limitan a copiar lo que el gobierno más opuesto a ellos hace, el del PP de Rajoy, subidas anuales del 1% a los funcionarios, mientras el PIB crece al 3%. Su consejera se vale de la reforma de las pensiones de ZP, y al retrasarse la jubilación dos años más, repercute ese perjuicio en el retraso también de las medidas de reparto de empleo que contenía el Acuerdo de concertada, y que afectan a mayores de 57 años y jóvenes deseosos de trabajar. ¿No tiene Navarra recursos para esquivar este recorte, no se ha hecho con otros colectivos como el de las viudas?
Finalmente sorprende que el gobierno actual haya
calificado de muy responsables a los sindicatos que se han avenido a firmar su
Acuerdo. Ni la presidenta ni su consejera portavoz serían responsables si
hubieran afrontado la negociación con el Estado respecto al Convenio económico
o las nuevas transferencias, aceptando sus chantajes o doblegándose sin
defender lo que creen justo. Lejos de eso, establecieron un objetivo ambicioso
y dejaron de pagar lo que consideraron excesivo, logrando que se aceptara la
horquilla propuesta por la Hacienda navarra, además de asegurarse el apoyo
unánime de las fuerzas políticas navarras. Ojalá tengan más firmeza y más éxito
del que hemos tenido nosotros, por fallarnos unos compañeros de viaje que a nuestro
entender han sido bastante irresponsables. Las víctimas las podemos encontrar
en cada colegio. Mal precedente el que han sentado ante las amenazas que se ciernen para los trabajadores del sector de cara al curso próximo. Nosotros no fallaremos en la defensa de todos los puestos de trabajo.
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