Quien visita Grecia se ve envuelto ya desde
los preparativos en una sensación muy profunda de que no visita un país
cualquiera. Así, según va tomando contacto con dicho país, va cayendo en la
cuenta de que un 30% de las palabras que utiliza (si habla una lengua latina)
son de origen griego, y que tanto la democracia, como la filosofía, el arte
clásico o las olimpiadas surgieron allí. Quizá por ello el premio nobel de
literatura Odiseas Elitis llegó a decir que “Grecia es luz”, no sólo por el
brillo del cielo sino por todo lo que ha aportado a la humanidad.
Los juegos olímpicos que acaban de comenzar, y
que por primera vez se desarrollan en Sudamérica, fueron una gran idea de los
griegos, materializada nada menos que desde el siglo VIII antes de Cristo (dónde estaban aún nuestros ancestros vascos). Gran
idea no tanto por el aspecto del ejercicio físico y la competición deportiva,
que otros pueblos también practicarían, sino por los componentes civilizatorios
que conllevaba, de abarcar a las diferentes ciudades-estado y más tarde a las
colonias, de establecer una tregua olímpica para que los atletas viajaran
tranquilos y las competiciones se celebraran en paz, por atenerse a una carta
olímpica con unas normas de juego limpio, por su periodicidad inmutable y su duración a lo largo de casi doce
siglos.
La recuperación de ese espíritu olímpico a partir de los juegos de Atenas de 1896 y su apertura a todos los países del mundo, recoge lo mejor
del planteamiento de los antiguos griegos, y es uno de los pocos eventos abiertos a toda la humanidad por encima de
diferencias étnicas, culturales, lingüísticas o religiosas.
Olimpia era un santuario religioso, y los
juegos se organizaban en honor al dios Zeus. El emperador Teodosio I los prohibió
en el siglo IV de nuestra era por ser paganos. Me quedo con lo mejor que aporta la espiritualidad humana y sus manifestaciones religiosas tan variadas a lo largo del
espacio y del tiempo, y reniego de los aguafiestas, fundamentalistas y sectarios
de todo signo.
Y todo esto no es óbice para que reconozca que en torno al mundo
del deporte hay muchas cosas que dejan mucho que desear y que hay que trabajar
para cambiar. Os lo dice un aficionado a ningún deporte, aunque practique a
diario actividad física, que se enamoró de la idea del olimpismo en Olimpia,
visitando Grecia. Seguro que ese viaje me inspira para más entradas del blog,
porque la huella de un país tan maltratado hoy por sus políticos corruptos y las imposiciones de la Troika me ha dejado una huella profunda.
En la primera fotografía se ve la línea de salida en el estadio de Olimpia
En la segunda fotografía os señalo el punto en el que se enciende la llama olímpica cada olimpiada o período de 4 añosAquí podéis ver el estadio de Olimpia, que no tenía gradas, sino que la gente se sentaba en la hierba, con una capacidad de unas 40.000 personas.
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