Ya sabemos que el Cambio político y social en Navarra va a necesitar bastante más que esta legislatura para consolidarse, y todos los agentes que lo hicieron posible en 2015 siguen siendo necesarios. Por eso voy a tratar de sugerir en tono conciliador qué comportamientos creo que ayudarían a reeditar en mayo próximo esta mayoría.
De dónde veníamos
Si hace 4 años el cisne negro que cristalizó tras la crisis y el 15-M fue Podemos, en 2004 lo había empezado a ser Nafarroa Bai. La coalición formada por Aralar, EA, Batzarre y PNV encendió todas las alarmas en el stablishment, no sólo por enviar al Congreso la voz de la Navarra euskaldún y progresista, sino porque más tarde se convirtió en el instrumento fundamental que podía traer el Cambio a las instituciones navarras, sin el lastre indeseable del apoyo a la violencia de motivación política.
El abandono progresivo de NaBai de tres de sus integrantes, puso en riesgo aquel instrumento, hasta que 35 independientes de aquella coalición, liderados por Uxue Barkos, se empeñaron en buscar el modo de mantener vivo su espíritu de alguna manera, y crearon la asociación política Zabaltzen. La convocatoria anticipada de elecciones generales precipitó el nacimiento de la marca Geroa Bai, que incluía al PNV y seguía siendo percibida como vasquista, progresista, abertzale y de izquierdas. Muchas veces he dicho que esta coalición era quien más merecía encabezar el Cambio, y parece que así lo entendió el electorado, que le otorgó el mayor número de escaños de entre las 4 fuerzas del cuatripartito, que en 2015 creo sinceramente que sólo podía haber sido liderado por Barkos.
A dónde hay que ir
Se trata de que el 26 de mayo de 2019 haya de nuevo al menos 26 escaños que sumen una mayoría que continúe con el Cambio. Para ello cada uno de los integrantes del actual cuatripartito debería actuar de una manera que motive al electorado para no caer en la abstención y para ser capaces de atraer a votantes del resto de socios antes de que se vayan a fuerzas como el PSN, que cuando han podido siempre han mantenido en el poder a UPN.
Sé por experiencia que en todos los partidos hay disensiones y luchas por el poder, pero el espectáculo ofrecido por quien fuera el cisne negro, al hacerlas públicas casi en directo, hasta quedar dividido en dos, va a ser un obstáculo muy grande. Si finalmente Orain Bai se presenta a las elecciones, va a tener que explicarse muy bien para movilizar al electorado de perfil más anticapitalista.
La crisis de Podemos a nivel estatal tendría que redoblar los esfuerzos por aclarar si en el mapa electoral navarro hay espacio para que él e IE logren escaños por separado. Izquierda Unida y Batzarre deberían renunciar a repetir en el futuro alianzas con el Régimen que suponen limitaciones de derechos lingüísticos básicos.
Sortu debería valorar si el dar pasos en la autocrítica respecto al pasado no sería mejor para la sociedad vasca y para ellos mismos, además de ampliar ese número fiel de votantes a EHBildu, pero al que las encuestas no suelen pronosticar crecimiento.
El PNV debería autolimitarse y no copar el espacio mucho más representativo de esta coalición que encarna Zabaltzen, que a su vez también debería revitalizarse y no tener miedo a ejercer su papel.
La mayoría que sustentó el Cambio en 2015 se ha manifestado masivamente en varias ocasiones a lo largo del año pasado. El cuatripartito debería apoyarse constantemente en ella, atreviéndose en una segunda legislatura a hacer efectivo dicho cambio político y social, no tanto tranquilo, sino verdadero y profundo. El Gobierno debería hacer autocrítica y basar su fuerza en avivar las raíces que trajeron el cambio, reconociendo lo que yo creo que ha sido una debilidad: no haber sido capaz de dejar sentado ante el Régimen que si él toleró más de una década la okupación del Euskal Jai, el Cambio no tenía ninguna prisa en esta legislatura.
Ojalá cada elector encuentre motivos para ir a votar en mayo, y no nos ocurra lo que acabamos de ver en Andalucía.
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